viernes, 23 de agosto de 2013

Cristina Cifuentes

  La apuesta de Cristina Cifuentes por estar presente en twiter ha sido, sin duda, arriesgada. El riesgo no proviene de que sea una política del Partido Popular, de las políticas que ha impulsado su partido o los escándalos de corrupción que le han venido acompañando en los últimos tiempos. No, el peligro procede de su carácter de Delegada del Gobierno, es decir, la persona que dirige a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en el manifestodromo madrileño y que decide, por tanto, sobre todas las cuestiones que afectan al orden público. En ese puesto uno no puede esconderse, tiene que estar diariamente pronunciándose sobre aspectos que afectan a las libertades de los ciudadanos. Y ya se sabe que a nadie le gusta que le digan lo que tiene que hacer. Se trata de decisiones, además, que han de tomarse, en muchas ocasiones, con independencia de su propio posicionamiento personal sobre el fondo del asunto. Por otra parte, las personas concernidas por esas decisiones están afectadas, con frecuencia, por lo que Zillmann llamaba una transferencia de la excitación, de forma que las controversias se encuentran intervenidas por una tensión adicional.



  No le ha debido ayudar tampoco esa especie de ideología transversal que ha defendido. En un país de monolitismo ideológico, acostumbrado a laminar las opiniones discrepantes y a cerrar filas en torno al posicionamiento del líder, su defensa del Estado aconfesional, su apuesta por las instituciones electas y su caracterización de la monarquía como un ente anacrónico y su respeto al matrimonio homosexual, no le ha otorgado simpatías entre los defensores de esas ideas(al enemigo ni agua) y le ha restado apoyos entre su propia parroquia. Que degradación intelectual no poder reconocerle los méritos al adversario. Sin duda, ha sido protagonista de algunos enfrentamientos que matizan esa actitud abierta y comprensiva como su ataque a Ada Colau a cuenta de su pretendida defensa de algunos grupos filoetarras. Otro tipo de manifestaciones bien pudieran abordarse desde una perspectiva psicológica cercana a lo que se conoce como el síndrome de Estocolmo, como sus opiniones sobre el cruce de SMS entre el presidente del Gobierno y Luis Bárcenas. Sus posiciones criticas con las manifestaciones contra los recortes gubernamentales y sobre la modulación del derecho a manifestarse son las propias de quien no sólo opina sino que es responsable asimismo de la aplicación de la ley.

  Nada de ello, en todo caso, justifica las injurias vertidas hacia ella a través de las redes sociales o el asedio de que fue objeto cuando fue detectada en la vía pública, siendo increpada y escupida por su oposición a las manifestaciones, el ataque a su persona sobre la base de unas al parecer falsas afirmaciones relacionadas con la actividad profesional de su marido y mucho menos ese insano rencor que subyace en algunos comentarios con ocasión de su triste accidente. Antes bien, el desacuerdo con alguna de sus manifestaciones no puede ocultar el brote de aire fresco de esa actitud librepensadora, y el regeneracionismo que supone para la política española necesitada de algo más que una reanimación cardiopulmonar para mantener sus constantes vitales.

jueves, 22 de agosto de 2013

Aprende inglés en mil palabras




  Esa es la aspiración de casi todos los españoles que han visto siempre el aprendizaje del inglés como algo menor, que podía uno quitárselo de encima en un par de tardes, que servía sobre todo para aprovechar mejor el verano, pero que han terminado dedicando toda la vida a ese empeño. Y lo peor es que después de tan arduo, aunque intermitente esfuerzo, resulta que no sólo no hemos aprendido inglés sino que además se nos ha olvidado el castellano. Ya lo afirma Richard Vaughan que dice vivir de esos brotes compulsivos por aprender inglés de los españoles que sólo aguantan hasta la primera decepción, es decir, cuando se dan cuenta de que de mil palabras nada.

  Esta especie de frustración colectiva nos ha conducido a llevar a nuestros hijos a colegios bilingües en los que el currículo se imparte al 50% en ambas lenguas y donde se supone que los niños obtienen una capacidad de comunicarse similar en las dos. Nada más lejos de la realidad y de ello parece que nos damos cuenta rápidamente pues, como si fuéramos pilotos de fórmula 1 corrigiendo la frenada en una curva, apuntamos a nuestros hijos a cursos de verano que complementan esa enseñanza del inglés que intuimos insuficiente.

  No contentos con esto y como seguimos sin verlo claro, llegada la adolescencia, combatimos nuestra angustia enviándoles a Inglaterra, Irlanda o Estados Unidos a ver si de una vez por todas son capaces de sorprendernos con una alocución espontánea que nos tranquilice. Este último recurso si parece definitivo y, después de pasar un año académico en el extranjero, sentimos que hemos vencido a la fiera. Sin embargo, se nos queda cierta cara de tontos al contabilizar los recursos que hemos consumido en el empeño. Colegio privado cuyo valor esencial en muchas ocasiones es precisamente su carácter bilingüe, cursos de verano y curso académico en el extranjero, teniendo la impresión de que lo verdaderamente determinante ha sido la inmersión en el país foráneo.



  La cuestión es que pasan los años y el conocimiento del inglés sigue siendo un valor añadido importante a la hora de encontrar un trabajo. Y no es extraño que esto sea así puesto que casi la mitad de la poblacion, el 47,24%, no es capaz de hablar ningún idioma más que el suyo propio, según el ultimo estudio del INE del año 2011, lo cual es grave en un país que recibe a 60 millones de turistas al año.

  Me decía una vecina acostumbrada a las reuniones en el extranjero que los españoles tenemos una gran capacidad de negociación, pero que esa ventaja la perdemos por nuestra falta de destreza en el manejo del inglés. Esta visto que no termina de solucionarse el problema. Pero, ¿es que realmente no tiene solución?. Si la tiene, pero deben ser los poderes públicos los que tomen conciencia de ello y acometan su resolución. De todos es conocida la destreza de los centroeuropeos en el aprendizaje de idiomas y parece atribuirse a su inveterada costumbre de negarse a doblar las películas. ¿Por qué no seguimos el ejemplo?¿es que se teme a algún lobby?. Si hicimos la reconversión industrial porque no hacer esta reconversión. Escuchar inglés es fundamental para su aprendizaje. Es más, yo diría que es lo más importante ,muy por delante del aprendizaje de la gramática y de saber escribirlo.


  En el CNP, al igual supongo que en el resto de la Administración, se programan anualmente multitud de cursos de idiomas. Si excluimos al puñado de privilegiados que son enviados al exterior a seguir algún curso, la propuesta se limita a los cursos "on line" y los presenciales incorporando, eso si, todo tipo de material audiovisual. El gasto debe ser notable y no parece que se obtengan los objetivos que a mi juicio se deben esperar. Puedo certificar que te instalas en un nivel intermedio, es decir, tres o cuatro años después, si ser capaz de entender una conversación media. Las plataformas "on line" ya no son suficientes. El acceso a material didáctico gratuito inunda la "red" y es posible encontrar también con facilidad lo que se conoce como "tándem", es decir, personas que se prestan a un intercambio oral de sus respectivos idiomas, una especie de ósmosis lingüística. Por tanto, no es por ahí por donde debiéramos movernos. Precisamos de innovación . Lo estamos haciendo con la gestión de las cuentas de las redes sociales. Nuestra presencia en twiter es un éxito total por todos reconocido. Ese es el camino a recorrer. Como dice Enrique Dans la cultura de la preservación de la innovación no es sencilla, pero, añado yo ,es posible. Aunque haya que buscar "nómadas", equipos que persiguen la innovación. En cierta forma, esa creo que ha sido la fórmula de twiter. Quizá haya que buscar una fórmula que permita a la vez una intensificación de las relaciones interpoliciales. La inmersión es la clave. En la sociedad actual un estancamiento supone un retroceso.




domingo, 11 de agosto de 2013

La indefensión aprendida

 

Arturo es un profesional de la seguridad con más de treinta años de servicios. Se encuentra preparando su oposición para el ascenso a la escala superior del Cuerpo, con una gran ilusión, como si llevara toda la vida esperando ese momento. Lleva un año preparando el examen pero realmente, desde que ascendió por última vez, seis años atrás, ha ido acumulando material y actualizando sus conocimientos. Y su expediente es intachable. Los buenos resultados obtenidos en sus cinco oposiciones anteriores le proporcionan cierta tranquilidad, pero las características del proceso no apuntan en esa dirección. Este año es aún más subjetivo pues han sustituido preguntas tipo test por otras de desarrollo. Sí, es cierto que los exámenes de acceso a los más prestigiosos Cuerpos del Estado disponen de pruebas de desarrollo orales. Pero en ellos la determinación de las preguntas se realiza por el procedimiento de insaculación lo que objetiviza el proceso e impide la designación encubierta de opositores "que no tengan ni idea".


Llega el día del examen, máxima tensión, y la primera sorpresa cae como una bomba en el centro de proceso de datos de la cabeza de Arturo. El caso práctico es un análisis situacional sobre un país norte africano, lejos, muy lejos de lo estudiado durante el curso. Se había advertido, de manera oficial, que sería un análisis situacional, pero no era esto, ni mucho menos, lo que se entendía por análisis situacional. Arturo no entendía nada hasta que a la semana siguiente tuvo acceso a un archivo que se había difundido horas antes del examen.


Defendió el caso con dignidad. También el resto de las preguntas. La siguiente prueba, aún antes de saber el resultado de la anterior, era una entrevista personal. Nueva tensión, no se conoce con certeza la clase de preguntas a las que se pueden enfrentar ni su propio objeto. Hay varios tribunales. A Arturo le toca uno compuesto por cuatro personas y presidido por el Director. Como si se tratara de enemigos irreconciliables aquél, sin más preámbulos, le reprocha a Arturo con acidez que en el curso de su carrera profesional haya hecho tres carreras y multitud de cursos de formación. Llega a decirle que se ha dedicado a estudiar, que ha estado becado y que de su actividad profesional no sabe nada. Sale de la entrevista triste, totalmente decepcionado. Cuando hizo su primera oposición de ingreso en el Cuerpo llego con mucha ilusión y un pobre título de graduado escolar en el bolsillo. Después de horas y horas de estudio, sustraídas a la familia, al ocio, al descanso, simultaneadas con la actividad profesional, partiendo de cero, había conseguido un buen currículum y eso al Director le parecía poco menos que un asesinato. Cuanta tristeza, que sentimiento de injusticia. Aguantó el reproche mientras se le pasaban rápidamente por la cabeza tantos y tantos años de sacrificio. Pensó que podría tratarse de una estrategia de selección. ¡A ver cuanto aguanta!. Pero no, la lista con los aprobados era clarificadora. Arturo no estaba.

Ni siquiera había podido leer su análisis situacional ante el Tribunal, le habían excluido en aquella entrevista. Ahora se daba cuenta de lo que deberían de sentir aquellos ratones de Seligman en la famosa teoría de la indefensión aprendida. Da igual donde saltes, el latigazo está asegurado.

sábado, 10 de agosto de 2013

Auxilio y ayuda humanitaria




Auxilio y ayuda humanitaria

La sociedad de la información necesita héroes públicos. Cuando alguien es víctima de un delito, se produce un accidente de gravedad o tiene lugar una catástrofe con víctimas múltiples, resultan de extremado valor las conductas de aquellas personas que, de manera desinteresada, por un impulso interior de solidaridad humana, prestan su ayuda a las víctimas para minimizar su dolor. La sociedad premia esta ayuda con el reconocimiento espontáneo de todos a los que llegan a poner en peligro su propia vida para salvar a los demás. Que mejor recompensa, que mayor orgullo que sentirse querido y admirado por los demás.




La ausencia de contraprestación, la falta de interés es el elemento que engrandece al comportamiento de ayuda y, también, el que lo hace eficaz. No es un acto pensado, es una especie de acto reflejo y esa rapidez en la respuesta, incompatible con planteamientos en términos de interés, lo convierte en determinante para la seguridad de las víctimas.

Todos estamos obligados como ciudadanos a prestar ayuda a aquellas personas desamparadas que se encuentran en peligro manifiesto y grave, e incluso podemos incurrir en delito si, como prevé el artículo 195 del Código Penal, no lo hacemos si no median riesgos para nuestra propia vida o la de terceros. Ese "Plus" de peligro que convierte el acto de ayuda en voluntario es otro de los elementos principales del auxilio.

La sociedad de la información precisa héroes , hay que ser mediático. Ya lo decía sin decirlo Alfonso Guerra, hay que salir en la foto. Pero la verdadera satisfacción, la paz interior, el sentimiento de que has cumplido con tu deber, sólo se siente en la intimidad y aquí no encuentran hueco las medallas, ni las entrevistas en "prime time".

viernes, 9 de agosto de 2013

PRESENTACIÓN


   Así, de casualidad, al estilo de la amiga que va al casting de acompañante y termina por ser seleccionada convirtiéndose en actriz, me acabo de convertir en blogger. Si me lo hubiera pensado no habría venido. En una profesión tan hermética como la nuestra, la de policía, en la que se nos obliga a lavar los trapos sucios en casa, no parece conveniente hacerse público. No sólo corres el riesgo de someterte al escrutinio de la ciudadanía, sino que te pueden buscar las vueltas en tu propia casa, tu empresa. Sin embargo, es evidente que las cosas cambian con rapidez, el mundo no es el que era después de un sencillo parpadeo, y la transparencia debe de convertirse en una herramienta de progreso.

   Por otro lado, únicamente pretendo dar mi opinión sobre todo aquello que tiene que ver con mi profesión.No es poco, porque el país parece estar judicializado y detrás de un juez siempre podemos encontrar un policía. Me interesa, sobre todo, la profesionalización de la policía, su máxima tecnificación. Es evidente que dependemos del Gobierno, no somos independientes como los jueces. Pero una administración fuertemente profesionalizada, sometida únicamente al imperio de la ley, caracteriza a los Estados más evolucionados y que sirven mejor al ciudadano. De manera que esa debe ser nuestra aspiración. En un entorno de difuminación de la clase media y, por tanto, de máxima dificultad para la movilidad social vertical, todos los esfuerzos que conduzcan a la transparencia, profesionalización e igualdad de oportunidades es poca. Parece mentira que puedan cobrar tanta importancia estas afirmaciones 35 años después de aprobarse nuestra Constitución.

   Espero no equivocarme demasiado en mis afirmaciones, aunque cuando ocurra me consolara pensar en las múltiples previsiones económicas de grandes expertos que nos inundan y se corrigen periódicamente. En todo caso, nunca serán errores maliciosos.

    Pues bien, después de estas reflexiones.....Go ahead.