domingo, 29 de septiembre de 2013

Caimán


Hace tiempo me enviaron en una presentación de Power Point el contenido, muy emotivo, de este video que me resultó enormemente "familiar". He conservado el bellísimo tema de Metallica que me parece muy acertado. Yo únicamente lo he convertido en video. Solo es posible verlo en un PC pues se encuentra bloqueado para su visionado en dispositivos móviles por el autor del contenido cuya identidad desconozco. No me parece una realidad novelada...desgraciadamente. Me gustaría saber vuestra opinión al respecto.



                                       https://www.youtube.com/watch?v=7XSzJ4pFd54



lunes, 23 de septiembre de 2013

SE HAN JODIDO LOS DEMÓCRATAS


 Leyendo la noticia sobre Casillas y su suplencia en la portería del Madrid me ha venido a la cabeza, como por asociación instantánea, el problema de la igualdad de oportunidades en esta sociedad nuestra, ya sabéis, uno de los valores superiores de nuestro ordenamiento jurídico según el artículo 1 de nuestra querida Constitución. He pensado, de manera automática, que si le pasa lo que le pasa a Casillas que se examina cada fin de semana públicamente, y aprueba, que no les pasará al resto de los mortales en cuyos entornos profesionales resulta más difícil demostrar su capacitación.





Como todos sabemos, Casillas está considerado como el mejor portero del mundo desde el último lustro por la FIFA y la UEFA. La IFFHS también le ha elegido durante cinco años consecutivos mejor guardameta del mundo, de 2008 a 2012. Asímismo ha sido incluido ininterrumpidamente desde 2007, en la lista final de candidatos al Balón de Oro. Es coetáneo de Diego López, se llevan 6 meses, aunque no coincidieron en las categorías inferiores del Madrid puesto que López llegó en el año 2000 y Casillas subió al primer equipo el año anterior. Pues bien, con ese currículum, ha bastado la decisión de una persona para que deje la titularidad y todo ello sea cuestionado.

Y este voluntarismo es, en realidad, lo que me interesa del caso. No importa tanto tu talento, tu esfuerzo, ni los resultados que te avalen. Más poderoso que todo eso es la decisión, incluso inmotivada o con una espuria motivación, del encargado de decidir. Casillas tiene razón en estar enfadado a pesar de la calidad de su rival, pero esto le pasa cada día a cientos de trabajadores en esta España de charanga y pandereta a la que parece que nunca llega esa España que alborea, la España de la rabia y de la idea machadiana.



Así, nos encontramos a diario con que para obtener un puestecito hay que ir a hablar con alguien. Nos encontramos con que se sigue tirando con habitualidad de las comisiones de servicio para situar al amiguete, que los concursos se publican de tal manera que puedan beneficiar al conocido y que se crean carreras artificialmente de forma que el beneficiado de turno pueda pasados los años acreditar unos méritos que en absoluto le corresponden. Y no hablemos de los procesos selectivos. Se piensa en una oposición y automáticamente en el que te puede echar una mano. ¿Pero es que aquí no hay nadie con dignidad que se plante?. La gente sigue haciendo sus bolos (participación en tribunales, etc), sin importarle las decisiones que se tomen a su alrededor. Y lo hemos visto meridianamente en los casos de los Consejos de Administración de las Cajas de Ahorros. El  caso es que la gente termina por resignarse y entra por el aro.

Lo de la creación de las carreras es el paradigma de la sofisticación en este ámbito. No se sí es el ejemplo más adecuado pero me viene a la cabeza el caso de Rodrigo Rato, supongo que por su actualidad. Un licenciado en Derecho que andando el tiempo es Ministro de Economía, que poco después hace una tesis doctoral, por supuesto sobresaliente cum laude, en economía política y de ahí a presidente del FMI. Y la palabra clave "tesis" me conduce mentalmente a la otra, también cum laude, del expresidente valenciano Francisco Camps, que parece haberla hecho en seis meses. Perdonad aquellos que habéis sufrido la dedicación y el esfuerzo que supone hacer una tesis de esas características.

El caso es que sin llegar a esos sobresalientes casos, que no conozco al detalle, todos nos hemos encontrado a un buen puñado de grandes profesionales que curiosamente "caían" en aquellos puestos en los que el "cash flow" era más elevado. Y si ese puesto dejaba de producir una alta rentabilidad no era problema, se aproximaban cuán imán a aquél que la produjera. Que cantidad de servicios extraordinarios. Efectivamente nadie puede negar, con el paso de los años, la extraordinaria carrera que le avala. Seguramente cualquiera lo hubiera hecho mejor pero ese tipo de ucronias como todas son, en realidad, de imposible demostración. Sí, el eminente y conspicuo directivo termina por adquirir una gran experiencia, y la experiencia es un grado, que le permite disimular sus carencias.



Puede parecer que esto es de escasa importancia al lado del problema catalán, de la corrupción, de la crisis de la monarquía,... Pero a mi me parece la más primaria de las corrupciones puesto que cuando no se tiene en cuenta el más elemental principio de justicia en las actuaciones profesionales se socava de forma irreparable la convivencia, la confianza del ciudadano en las instituciones y se impide la movilidad social que se encuentra en el mismo núcleo de la democracia. Como decía Miguel Ríos en su última entrevista "esa arbitrariedad, ese desprecio a la gente...pensaban que el tiempo iba a favorecer a quienes tenían razón. Se han jodido los demócratas y los tipos que se subieron al carro desde un régimen atroz manejan los hilos. Ahí están los apellidos". Esa también es mi impresión, siempre son los mismos.





jueves, 12 de septiembre de 2013

Auctoritas, potestas y CNP


 ¿Es necesaria la auctoritas en un Cuerpo como el CNP que cuenta como una de sus características principales de organización la jerarquización?. ¿Qué entendemos realmente por auctoritas y potestas?. La auctoritas se identifica con el saber y la potestas con la voluntad, con la toma de decisiones, con el poder. La separación de ambas en la antigua república romana, en la que el Senado en el ámbito público y los jueces en el privado, son los depositarios de la auctoritas y los magistrados y las asambleas populares los son de la potestas, establece una suerte de contrapeso y un límite al poder que lleva aparejada la potestas. La concentración de poderes que se produce posteriormente lleva a la confusión entre ambas, culminando en el Estado absolutista, confusión que continua con la teoría de la división de poderes del Estado moderno pues ambas, auctoritas y potestas, se residencian en la voluntad popular.


 En la actualidad dos son los residuos que albergan la auctoritas, por un lado los órganos judiciales que juzgan los casos que se someten a su conocimiento a través de la aplicación del Derecho, si bien conservan su competencia sobre la ejecución de lo juzgado que corresponde típicamente al campo de la potestas y, por otro lado, los órganos técnicos, que asesoran a los gobiernos por razón de su conocimiento en unos Estados y una realidad cada vez más tecnificada. Pero para que la auctoritas que de ellos emana cumpla con su función de contrapeso, de equilibrio de la potestas, no deben realizar funciones ejecutivas, no deben gobernar.

El CNP mantiene, como he dicho, en su Código Ético, de reciente aprobación, como un principio organizativo fundamental, la jerarquía, que ya venía recogido en los anteriores Principios Básicos de Actuación. Es, por tanto, la potestas la que preside el normal funcionamiento de los grupos. Ahora bien, dejar exclusivamente a la regla del “ordeno y mando” el desenvolvimiento de aquellos supone tener asegurado el fracaso o, al menos, el fracaso comparativo puesto que en algunas ocasiones resulta difícil valorar el éxito en la gestión del grupo. Es preciso recordar que si bien los cuerpos policiales están sometidos a unos rígidos principios jerárquicos y un severo régimen disciplinario, las actividades policiales, en general y algunas de ellas especialmente, requieren un alto grado de iniciativa personal. Y no solo en la cadena de mando sino desde el primero al último policía. Aquí reside también su gran atractivo. Es imposible llevar a cabo una investigación mínimamente eficaz sin la implicación personal de todos los que participan en ella. Pero es también muy fácil que un dispositivo o una actuación de seguridad ciudadana perezcan si le falta credibilidad para aquellos que la tienen que aplicar. Recuerdo hace años un dispositivo antiterrorista en San Sebastian en el que se buscaba un coche por toda la provincia y los integrantes del dispositivo desconocían absolutamente la operación. No digo ya la investigación sino los propios datos de la búsqueda más allá de la matrícula y marca del vehículo. También era conocido el caso de un funcionario que había pasado “de largo” por una entidad bancaria cuando se estaba cometiendo un atraco. Las actuaciones policiales, en general, necesitan de la iniciativa personal o están abocadas al fracaso. Por ello, es absolutamente necesario, que los jefes de grupo y, en general la cadena de mando, se encuentren investidos no solo de la potestas que le da el cargo por el simple hecho de haber sido nombrado, sino también de la auctoritas o, lo que es lo mismo, el saber socialmente reconocido como lo denominaba Álvaro D´ors.



 Esto mismo se puede predicar asimismo de las más altas instancias policiales que en sus relaciones con el poder político actúan como ese cuerpo técnico que debe asesorar a la Autoridad decisoria. Son, pues, los depositarios naturales de la auctoritas, es decir, de ese compendio empírico de conocimiento tan importante en las actividades policiales. Y convendría que fueran depositarios, de forma real y efectiva, de ese saber socialmente reconocido, es decir, que hubiera un consenso general en la comunidad policial sobre su grado de competencia y conocimiento. Ese grado de reconocimiento permitiría no solo servir de contrapeso a la potestas de la Autoridad sino también, y seguramente tanto o más importante que lo anterior, servir como elemento motivador y de implicación del resto de funcionarios policiales, pues como es bien sabido, cuanto más legitimado esté el poder menos tiene que recurrir a la coacción.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Tengo un sueño

  Hace 27 años se aprobó la ley 2/86 de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que extraía a la policía de ese agujero de desprestigio que supuso el Régimen anterior representado en sus últimos estertores por el conocido como "caso Nani" o los protagonizados por la conocida como "mafia policial". Esta ley obligaba a los policías a actuar con absoluta neutralidad política e imparcialidad, integridad y dignidad, debiendo abstenerse de todo acto de corrupción y oponerse a él. En su estatuto disponía que se promoverían las condiciones para una adecuada promoción profesional de acuerdo con los principios de objetividad, igualdad de oportunidades, mérito y capacidad. También garantizaba que los puestos de trabajo en las distintas categorías se proveerían conforme a los principios de mérito, capacidad y antigüedad. Pero 27años después se oye que la policía está politizada; 27años después se oye que se destituyen a comisarios generales porque no se avienen a las dudosas sugerencias del poder político; 27 años después se oye que se realizan operaciones para extender cortinas de humo sobre la realidad política; 27años después todavía se oye que si quieres ascender has de ser llamado antes por algún dedo benefactor.

  Por eso, como dijo Martin Luther King hace 50 años, hoy hemos venido metafóricamente a cobrar un cheque. Porque cuando el legislador hace 27 años aprobó la ley de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, firmaron un pagaré del que todos los policías, pero también del que todos los ciudadanos deben ser herederos. Con la promesa de que todos los policías, en el ejercicio de sus funciones, actuarían con neutralidad política e imparcialidad; con la firme promesa de que en los procesos selectivos se atendería exclusivamente a los principios de objetividad, igualdad de oportunidades, mérito y capacidad y de que los puestos de trabajo se proveerían conforme a los principios de mérito, capacidad y antigüedad.

  Y si damos crédito a las habladurías seguramente maledicientes, a los rumores que se escuchan entre patrulla y patrulla, a los chismes que se dejan caer en las tronchas, resulta evidente que, como les ocurrió a los negros americanos hace 50 años, ese cheque que extendió el legislador español era un cheque sin fondos, pero también nosotros pensamos que sí existen fondos y por eso estamos dispuestos a cobrar ese cheque, el cheque de la igualdad de oportunidades, el cheque que impida la sobrerrepresentación injusta de algunos colectivos en los procesos selectivos.


  No podemos esperar a que se rompa la cuerda, esa cuerda a la que, según se oye, tienes que pertenecer si quieres ver recompensados tus esfuerzos, tu dedicación, porque sólo con esta no es suficiente y ni siquiera es necesaria. No podemos esperar a que afloren transparencias que no permiten vislumbrar sino la desesperanza, el desanimo y la desilusión. Necesitamos reclamar ya ese cheque que es nuestro. Y lo debemos hacer sin exclusiones partidistas, sin apuntar con el ventilador de la ira a los supuestos culpables del incumplimiento. Porque algunos de ellos están atrapados en la inercia de la injusticia. En la apatía. En el abatimiento. Como decía Luther King, no podemos satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa de la amargura y el odio. Pero hemos de ser tenaces, reclamar con serenidad pero con firmeza lo que es nuestro, lo que es de la sociedad.

  A pesar de la excelente valoración de la sociedad, no podemos estar satisfechos. No, hasta que no dejemos de oír el murmullo de la parcialidad, hasta que el zumbido de la cuerda a la que debemos de pertenecer no termine de amenazar nuestras ilusiones. Hasta que el poder del conocimiento se sitúe en el lugar que le corresponde. Hasta que el esfuerzo, la dedicación, el sacrificio puedan ser los únicos faros que alumbren el camino de todos no solo de aquellos que no tienen otro valedor.

  Por todo ello, porque seguimos siendo un colectivo lleno de ilusiones, porque los buenos resultados obtenidos y las excelentes valoraciones recibidas, sólo pueden ser debidas al buen hacer de un conjunto de personas desinteresadas, profesionales y generosas, yo también tengo un sueño.

  Sueño que un día desaparecerá la sospecha sobre ese alto índice de aprobados "hijos de" en la Escuela Nacional de Policía.

 Sueño que un día nadie pueda pensar que al jurar el cargo sea preciso algún "empujoncito" para ocupar determinados puestos.

  Hoy tengo un sueño.

  Sueño que un día pueda desaparecer la idea de que se puede construir una brillante carrera con instrumentos que no sean el mérito, la capacidad y la antigüedad.

 Sueño que un día nadie pueda sospechar que se otorgue un puesto en el extranjero careciendo del necesario bagaje profesional, el conocimiento de idiomas y prescindiendo de la debida objetividad.

  Hoy tengo un sueño.

 Sueño que un día se deje de oír esa conocida frase que ronda un proceso selectivo y que dice "hasta que no reciba la llamada no me presento".

  Sueño que pueda llegar ese día en que un determinado cese no pueda ser atribuido a la resistencia del cesado a seguir instrucciones ajenas al más estricto ámbito profesional.

  Sueño que un día nadie pueda poner en duda que las condecoraciones se hayan concedido como consecuencia de una dedicación que excede la esperada de todo profesional.

  Y sueño con ese día cercano en que del centro mismo de la propia organización emerja ese Director inteligente, con sentido de Estado y la suficiente generosidad como para que establezca, como Gorbachov, nuestra propia Perestroika y Glásnost, porque ese Director pasará a la historia como el mejor DAO de la historia de la policía.

  Sí, yo también tengo un sueño.