lunes, 23 de septiembre de 2013

SE HAN JODIDO LOS DEMÓCRATAS


 Leyendo la noticia sobre Casillas y su suplencia en la portería del Madrid me ha venido a la cabeza, como por asociación instantánea, el problema de la igualdad de oportunidades en esta sociedad nuestra, ya sabéis, uno de los valores superiores de nuestro ordenamiento jurídico según el artículo 1 de nuestra querida Constitución. He pensado, de manera automática, que si le pasa lo que le pasa a Casillas que se examina cada fin de semana públicamente, y aprueba, que no les pasará al resto de los mortales en cuyos entornos profesionales resulta más difícil demostrar su capacitación.





Como todos sabemos, Casillas está considerado como el mejor portero del mundo desde el último lustro por la FIFA y la UEFA. La IFFHS también le ha elegido durante cinco años consecutivos mejor guardameta del mundo, de 2008 a 2012. Asímismo ha sido incluido ininterrumpidamente desde 2007, en la lista final de candidatos al Balón de Oro. Es coetáneo de Diego López, se llevan 6 meses, aunque no coincidieron en las categorías inferiores del Madrid puesto que López llegó en el año 2000 y Casillas subió al primer equipo el año anterior. Pues bien, con ese currículum, ha bastado la decisión de una persona para que deje la titularidad y todo ello sea cuestionado.

Y este voluntarismo es, en realidad, lo que me interesa del caso. No importa tanto tu talento, tu esfuerzo, ni los resultados que te avalen. Más poderoso que todo eso es la decisión, incluso inmotivada o con una espuria motivación, del encargado de decidir. Casillas tiene razón en estar enfadado a pesar de la calidad de su rival, pero esto le pasa cada día a cientos de trabajadores en esta España de charanga y pandereta a la que parece que nunca llega esa España que alborea, la España de la rabia y de la idea machadiana.



Así, nos encontramos a diario con que para obtener un puestecito hay que ir a hablar con alguien. Nos encontramos con que se sigue tirando con habitualidad de las comisiones de servicio para situar al amiguete, que los concursos se publican de tal manera que puedan beneficiar al conocido y que se crean carreras artificialmente de forma que el beneficiado de turno pueda pasados los años acreditar unos méritos que en absoluto le corresponden. Y no hablemos de los procesos selectivos. Se piensa en una oposición y automáticamente en el que te puede echar una mano. ¿Pero es que aquí no hay nadie con dignidad que se plante?. La gente sigue haciendo sus bolos (participación en tribunales, etc), sin importarle las decisiones que se tomen a su alrededor. Y lo hemos visto meridianamente en los casos de los Consejos de Administración de las Cajas de Ahorros. El  caso es que la gente termina por resignarse y entra por el aro.

Lo de la creación de las carreras es el paradigma de la sofisticación en este ámbito. No se sí es el ejemplo más adecuado pero me viene a la cabeza el caso de Rodrigo Rato, supongo que por su actualidad. Un licenciado en Derecho que andando el tiempo es Ministro de Economía, que poco después hace una tesis doctoral, por supuesto sobresaliente cum laude, en economía política y de ahí a presidente del FMI. Y la palabra clave "tesis" me conduce mentalmente a la otra, también cum laude, del expresidente valenciano Francisco Camps, que parece haberla hecho en seis meses. Perdonad aquellos que habéis sufrido la dedicación y el esfuerzo que supone hacer una tesis de esas características.

El caso es que sin llegar a esos sobresalientes casos, que no conozco al detalle, todos nos hemos encontrado a un buen puñado de grandes profesionales que curiosamente "caían" en aquellos puestos en los que el "cash flow" era más elevado. Y si ese puesto dejaba de producir una alta rentabilidad no era problema, se aproximaban cuán imán a aquél que la produjera. Que cantidad de servicios extraordinarios. Efectivamente nadie puede negar, con el paso de los años, la extraordinaria carrera que le avala. Seguramente cualquiera lo hubiera hecho mejor pero ese tipo de ucronias como todas son, en realidad, de imposible demostración. Sí, el eminente y conspicuo directivo termina por adquirir una gran experiencia, y la experiencia es un grado, que le permite disimular sus carencias.



Puede parecer que esto es de escasa importancia al lado del problema catalán, de la corrupción, de la crisis de la monarquía,... Pero a mi me parece la más primaria de las corrupciones puesto que cuando no se tiene en cuenta el más elemental principio de justicia en las actuaciones profesionales se socava de forma irreparable la convivencia, la confianza del ciudadano en las instituciones y se impide la movilidad social que se encuentra en el mismo núcleo de la democracia. Como decía Miguel Ríos en su última entrevista "esa arbitrariedad, ese desprecio a la gente...pensaban que el tiempo iba a favorecer a quienes tenían razón. Se han jodido los demócratas y los tipos que se subieron al carro desde un régimen atroz manejan los hilos. Ahí están los apellidos". Esa también es mi impresión, siempre son los mismos.





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