jueves, 3 de octubre de 2013

Los programas están para no cumplirlos

Se le atribuye al que fue alcalde de Madrid Enrique Tierno Galván la frase “los programas están para no cumplirlos”. Aunque habría que ver el contexto en el que Tierno pronunció la frase, no parece que se haya convertido en un elemento de clase puesto que la han seguido al pie de la letra políticos de todo signo transformándolas, parafraseando a Joaquín Sabina en su famoso disco “Dímelo en la calle”, en las mejores de sus promesas (que son las que no se cumplen). No es lo mismo, dirán los incumplidores, no querer cumplir que verse imposibilitado para cumplir debido a las difíciles condiciones de crisis por las que atraviesa el país, claro que ese mismo argumento podría haber sido utilizado por los incumplidores anteriores y, ceteris paribus, nos habríamos ahorrado el gasto que todo cambio “para probar” supone.



Al darse cuenta de lo exitoso de la estrategia, pues el incumplimiento parece comportar una exigua penalización por parte del electorado, se aprueban planes a todos los niveles, que reúnen los perfiles adecuados para ser un acabado producto de mercadotecnia. El “Gadget” ya está vendido, su aplicación ya se verá puede ser el lema. Alguno de estos planes están formados por aproximadamente un 90 % de su contenido que vascula entre un “más de lo mismo” y un “catálogo de obviedades”. El “más de los mismo” son medidas que ya se encuentran en funcionamiento y que están resultando ser más o menos efectivas pero con el Plan toman cuerpo y parecen ser de nueva creación. El “catálogo de obviedades” es todo aquello que suena a desarrollo tecnológico, optimización, coordinación, potenciación, capacidad operativa, priorización, captación de información, renovación, mejora, protocolización y, en fin, un largo etcétera que apunta a que me he quedado corto en la valoración de su incidencia en el Plan.



El 10 % restante comporta cierta innovación, supondría un avance y mejora en los procedimientos y en la eficacia (y eficiencia) en la consecución de los objetivos del colectivo y denota conocimiento de la materia y de la problemática por parte de los autores. Sin embargo, como la realidad es imperfecta adolece de un pequeño defecto: no se pone en práctica. Cuales sean los motivos se desconocen. En algunos casos puede que supongan aumento de gasto en tiempos en que “no está el horno para bollos”. Pero si era así por qué se aprobó el Plan en esos términos. El caso es que una vez vendido que más da dirán algunos. En los casos en que incluso supondría un ahorro el enigma y la perplejidad nos dejan atónitos. Es posible incluso que exista una especie de “gap” o cesura entre la voluntad de los políticos y los altos funcionarios que deben implementar las medidas, pero es responsabilidad de aquellos comprobar que se llevan a la práctica. Y otro aspecto inquietante de esos proyectos es la participación en ellos de expertos reconocidos en ese ámbito del conocimiento. Alguno de los que he podido leer últimamente, presentado públicamente a bombo y platillo, es un engendro carente de valor académico y práctico (salvo un par de contribuciones anejas) respaldado, así lo entiendo al encontrarse su nombre entre los participantes, por uno de los más reconocidos estudiosos en la materia. Supongo que una vez que prestas tu nombre a un proyecto es difícil responsabilizarse de todo su contenido. Pero es que el trabajo en cuestión es tan burdo que sólo cabe pensar que nadie se lo ha leído. En todo casovolviendo a la idea fundamental de estas reflexiones, que no es ya la calidad de los planes sino directamente el incumplimiento de su contenido, es evidente que la confianza es un elemento fundamental para el funcionamiento de la sociedad. Las relaciones jurídicas se sustentan en la buena fe y los Estados son prósperos porque sus instituciones son capaces de generar confianza. Por ello, la estrategia del incumplimiento deliberado de programas y planes, aunque pueda tener beneficios a corto plazo, es un error a medio y largo plazo que solo produce desilusión y desaliento y que pasa factura a aquellos que la emplean.


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