lunes, 2 de septiembre de 2013

Tengo un sueño

  Hace 27 años se aprobó la ley 2/86 de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que extraía a la policía de ese agujero de desprestigio que supuso el Régimen anterior representado en sus últimos estertores por el conocido como "caso Nani" o los protagonizados por la conocida como "mafia policial". Esta ley obligaba a los policías a actuar con absoluta neutralidad política e imparcialidad, integridad y dignidad, debiendo abstenerse de todo acto de corrupción y oponerse a él. En su estatuto disponía que se promoverían las condiciones para una adecuada promoción profesional de acuerdo con los principios de objetividad, igualdad de oportunidades, mérito y capacidad. También garantizaba que los puestos de trabajo en las distintas categorías se proveerían conforme a los principios de mérito, capacidad y antigüedad. Pero 27años después se oye que la policía está politizada; 27años después se oye que se destituyen a comisarios generales porque no se avienen a las dudosas sugerencias del poder político; 27 años después se oye que se realizan operaciones para extender cortinas de humo sobre la realidad política; 27años después todavía se oye que si quieres ascender has de ser llamado antes por algún dedo benefactor.

  Por eso, como dijo Martin Luther King hace 50 años, hoy hemos venido metafóricamente a cobrar un cheque. Porque cuando el legislador hace 27 años aprobó la ley de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, firmaron un pagaré del que todos los policías, pero también del que todos los ciudadanos deben ser herederos. Con la promesa de que todos los policías, en el ejercicio de sus funciones, actuarían con neutralidad política e imparcialidad; con la firme promesa de que en los procesos selectivos se atendería exclusivamente a los principios de objetividad, igualdad de oportunidades, mérito y capacidad y de que los puestos de trabajo se proveerían conforme a los principios de mérito, capacidad y antigüedad.

  Y si damos crédito a las habladurías seguramente maledicientes, a los rumores que se escuchan entre patrulla y patrulla, a los chismes que se dejan caer en las tronchas, resulta evidente que, como les ocurrió a los negros americanos hace 50 años, ese cheque que extendió el legislador español era un cheque sin fondos, pero también nosotros pensamos que sí existen fondos y por eso estamos dispuestos a cobrar ese cheque, el cheque de la igualdad de oportunidades, el cheque que impida la sobrerrepresentación injusta de algunos colectivos en los procesos selectivos.


  No podemos esperar a que se rompa la cuerda, esa cuerda a la que, según se oye, tienes que pertenecer si quieres ver recompensados tus esfuerzos, tu dedicación, porque sólo con esta no es suficiente y ni siquiera es necesaria. No podemos esperar a que afloren transparencias que no permiten vislumbrar sino la desesperanza, el desanimo y la desilusión. Necesitamos reclamar ya ese cheque que es nuestro. Y lo debemos hacer sin exclusiones partidistas, sin apuntar con el ventilador de la ira a los supuestos culpables del incumplimiento. Porque algunos de ellos están atrapados en la inercia de la injusticia. En la apatía. En el abatimiento. Como decía Luther King, no podemos satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa de la amargura y el odio. Pero hemos de ser tenaces, reclamar con serenidad pero con firmeza lo que es nuestro, lo que es de la sociedad.

  A pesar de la excelente valoración de la sociedad, no podemos estar satisfechos. No, hasta que no dejemos de oír el murmullo de la parcialidad, hasta que el zumbido de la cuerda a la que debemos de pertenecer no termine de amenazar nuestras ilusiones. Hasta que el poder del conocimiento se sitúe en el lugar que le corresponde. Hasta que el esfuerzo, la dedicación, el sacrificio puedan ser los únicos faros que alumbren el camino de todos no solo de aquellos que no tienen otro valedor.

  Por todo ello, porque seguimos siendo un colectivo lleno de ilusiones, porque los buenos resultados obtenidos y las excelentes valoraciones recibidas, sólo pueden ser debidas al buen hacer de un conjunto de personas desinteresadas, profesionales y generosas, yo también tengo un sueño.

  Sueño que un día desaparecerá la sospecha sobre ese alto índice de aprobados "hijos de" en la Escuela Nacional de Policía.

 Sueño que un día nadie pueda pensar que al jurar el cargo sea preciso algún "empujoncito" para ocupar determinados puestos.

  Hoy tengo un sueño.

  Sueño que un día pueda desaparecer la idea de que se puede construir una brillante carrera con instrumentos que no sean el mérito, la capacidad y la antigüedad.

 Sueño que un día nadie pueda sospechar que se otorgue un puesto en el extranjero careciendo del necesario bagaje profesional, el conocimiento de idiomas y prescindiendo de la debida objetividad.

  Hoy tengo un sueño.

 Sueño que un día se deje de oír esa conocida frase que ronda un proceso selectivo y que dice "hasta que no reciba la llamada no me presento".

  Sueño que pueda llegar ese día en que un determinado cese no pueda ser atribuido a la resistencia del cesado a seguir instrucciones ajenas al más estricto ámbito profesional.

  Sueño que un día nadie pueda poner en duda que las condecoraciones se hayan concedido como consecuencia de una dedicación que excede la esperada de todo profesional.

  Y sueño con ese día cercano en que del centro mismo de la propia organización emerja ese Director inteligente, con sentido de Estado y la suficiente generosidad como para que establezca, como Gorbachov, nuestra propia Perestroika y Glásnost, porque ese Director pasará a la historia como el mejor DAO de la historia de la policía.

  Sí, yo también tengo un sueño.

3 comentarios:

  1. Ese sueño...lo viví y sin duda fueron mis mejores años laborales...ahora son otros tiempos y aunque veo de todo, procuro mantenerlo vivo en todo lo que hago, aunque eso me cueste más de una batalla y perder más de una oportunidad...

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  2. Estoy completamente de acuerdo contigo Lara y gracias a esa clase de posiciones funciona esta empresa. Esto funciona no porque se gestione bien sino por la responsabilidad y la iniciativa individual. Es decir, a pesar de ciertas incompetencias.

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  3. Creo que todo lo que aquí dices es predicable del 99% de las carreras funcionariales españolas.

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